martes, 29 de junio de 2010

Echo de menos las clases, los pasillos, las conversaciones tontas. Echo de menos que me mire y me sonría. Que Santi me haga cosquillas durante los cambios. Que pasen cinco segundos desde que termina la clase de lengua hasta que voy a hablar con Ana. Que Irene me pille por banda y me cuente sus movidas. Que juguemos a password e Irene y yo les demos una paliza a todos. Que amenacen con golpes de Estado en clase. Que Javi se ponga gallo con Maria Jesús. Que en inglés nos escaqueemos y siempre tengamos algo que hacer, o que terminemos copiando castigados. Echo de menos hablar con Dani en gimnasia y contarle mi vida aunque sea el profesor, que me aconseje que mande a cierta persona a tomar por culo y nunca hacerle caso. Echo de menos que Jose Ramón se haga el sordo. Que discutamos sobre el juicio y nosotras nos piquemos "porque las votaciones no han sido justas". Echo de menos salir al patio y tomar el Sol en la rampa del polideportivo, o dar vueltas evitando los mosquitos. Echo de menos el sol, las faldas remangadas y los diferentes grupos dispersados por el jardín. Echo de menos que sean las once y sigamos en física, haciendo la cuenta atrás hasta que nos dejan salir al recreo. Igual que a las dos, que cada medio minuto se mira el reloj desconsolado, instándole a avanzar más deprisa.
Echo de menos conversaciones tontas en clase tipo esa de Marisa, que pregunta "¿Qué es lo primero que hacemos cuando entramos en una habitación?" y que yo conteste "Pues decir hola" muy seria, haciendo que se estalle toda la clase muy a mi costa. O las de Jose Ramón "La pregunta del millón, si compramos un kilo de garbanzos, ¿qué compramos: masa o peso?", que la gente empiece a devanarse los sesos para adivinar la respuesta y yo, muy tranquila mientras dibujo en mi libreta, diga "Pues compramos garbanzos".
Echo de menos notas en clase, monólogos interminables de los profesores y risas que se escapan a escondidas. A Carmen en biología mandándonos callar y sonriendo mientras dice que nos va a suspender, pero que lo hará con amor. A Mari Carmen en informática diciendo que tiene un filtro que detecta cuando entramos en tuenti, o en el vídeo mientras nos pone Indiana Jones y nosotros nos preguntamos qué tiene que ver con el periodismo.
También echo de menos mil millones de cosas más; Cosas que, aunque quisiera, no sabría describir. Son segundos. Ni siquiera eso, décimas y centésimas. Lo que dura un instante. Se graba en tu memoria y es lo que perdura durante meses. A veces, incluso años. Son miradas, sonrisas, gestos de complicidad entre las personas a las que vas cogiendo cariño en lo que dura un curso escolar. Porque al final, es eso. Eso es lo que realmente importa, lo que se queda marcado.
Echo de menos el colegio La Asunción de Gijón, y a TODAS (o casi todas) las personas que estudian en él, por increíble que parezca.
Y es ahora cuando empiezo a entender a las personas que decían que se sentían parte de ese colegio que, más que un centro de enseñanza, es una gran, gran familia.
Cuarto B, os echo muchísimo de menos.

Una película decía...
Antes de que digas una de tus estupideces, déjame que te diga algo. Aunque te comportes como un niño, ya no eres un niño.
Pues bien, echo de menos estar en clase, en los cambios, y sentirme niña otra vez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario