martes, 25 de mayo de 2010

Ask yourself.

Pregúntate qué quieres.
No qué quieres ahora, ni qué querrás dentro de dos días. Y tampoco de hablo de lo que quieres para Reyes o Papá Nöel.
Me refiero a qué quieres... para siempre. Algo que quieras que dure, y dure, y dure, como las pilas duracell (aunque luego es mentira, todo puro marketing). Pero esto no, esto es de verdad. Algo que dure eternamente, igual que... no sé, como los vampiros en determinadas leyendas, ya sabes.
Que perdure más allá de ideologías, masacres, eventos mundiales, cambios de época, tiempo, espacio y temperatura. Que pueda con todo.
¿Qué quieres? ¿Qué quieres de verdad?

Hace no demasiado, me preguntaron qué quería yo. Que cerrara los ojos, y mirara dentro de quince, veinte años. Me preguntaron con quién me veía, si me veía feliz. No contesté, creo. Evadí la pregunta.
Y yo cerré los ojos, miré al futuro... y no vi nada. Nada porque no tenía nada que ver. Porque no sé con quién quiero verme, ni sé si seré feliz.
Y la verdad, es que ni siquiera sé lo que quiero. Pero ¿quién lo sabe a los quince años? Nadie supongo. Y el que diga lo contrario, el que diga que se ve con su novia de instituto o que se ve ya con dos hijos y un perro en una casa con jardín, está mintiendo. Miente como un bellaco. Y además, apuesto casi completamente segura por que se ha equivocado y un tiempo ya no piensa en ese futuro.
Nadie sabe lo que quiere.
Lo único que sabemos, la única certeza que tenemos, es que deseamos lo que no podemos tener.


Me dejaste la palabra en los labios,
y la palabra era no.

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