viernes, 30 de abril de 2010

Coloured.

Hay muchos tipos de baño. Baño de relax en el hidromasaje, baño de campamento rodeado de niños, baño rápido de gimnasio, baño de niño pequeño con juguetitos y mil cosas... Pero no me gusta ninguno.
La bañera llena hasta los topes, yo mirando al techo, sin pestañear casi, pensando que la situación resulta bastante irónica. Al llorar, no distingo bien las cosas, así que veo manchurrones de colores. Tres destacan sobre el resto.
A la izquierda, uno rojo. Lo malo, el diablo. Lo incorrecto.
A la derecha, uno azul. Lo bueno, el ángel. Lo que está bien.
Y arriba, uno verde. La esperanza, eso que, teóricamente, nunca se pierde.
"Bobadas, no pierdas el tiempo." Me digo a mi misma. Cierro los ojos y apoyo la parte trasera de la cabeza en el fondo de la bañera, hundiéndome hasta dejar fuera solamente la nariz y los labios. Suficiente para respirar.

Concéntrate, concéntrate, concéntrate. Pum pum, pum pum. ¿Lo oyes? Más fuerte, otra vez. Pum pum, pum pum. ¿Oyes ese ruido? Es tu corazón. Son sus latidos.
Ese ruidito que retumba en el agua, es el que te hace saber que todo sigue. Es lo que te indica que haya pasado lo que haya pasado, tú sigues viva.

Así que te levantas, asumido esto, y quitas el tapón que impide que el agua se vaya desagüe abajo. Pero antes, te colocas de rodillas, un segundo solamente. Hundes la cabeza en el agua y chillas. Sin que nadie te oiga. Un grito en el agua del que nadie sabrá nada nunca. Pero hace que te sientas mejor.


A veces tengo que hacer de tripas corazón. A veces tengo que huir, porque no puedo más.

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